domingo, 12 de febrero de 2012

El árbol de la ciencia (fragmento) de Pío Baroja



Ya la ciencia para vosotros, dijo Iturrioz, no es una institución con un fin humano, ya es algo más; la habéis convertido en ídolo.
Hay la esperanza de que la verdad, aun la que hoy es inútil, pueda ser útil mañana replicó Andrés.
¡Bah! ¡Utopía! ¿Tú crees que vamos a aprovechar las verdades astronómicas alguna vez?
¿Alguna vez? Las hemos aprovechado ya.
-¿En qué?
En el concepto del mundo
Está bien, pero yo hablaba de un aprovechamiento práctico, inmediato. Yo en el fondo estoy convencido de que la verdad en bloque es mala para la vida. Esa anomalía de la naturaleza que se llama la vida necesita estar basada en el capricho, quizá en la mentira.
En eso estoy conforme, dijo Andrés. La voluntad, el deseo de vivir es tan fuerte en el animal como en el hombre. En el hombre es mayor la comprensión. A más comprender corresponde menos desear. Esto es lógico, y además se comprueba en la realidad. La apetencia por conocer se despierta en los individuos que aparecen al final de una evolución, cuando el instinto de vivir languidece. El hombre, cuya necesidad es conocer, es como la mariposa que rompe la crisálida para morir. El individuo sano, vivo, fuerte, no ve las cosas como son, porque no le conviene. Está dentro de una alucinación. Don Quijote, a quien Cervantes quiso dar un sentido negativo, es un símbolo de la afirmación de la vida. Don Quijote vive más que todas las personas cuerdas que le rodean, vive más y con más intesidad que los otros. El individuo o el pueblo que quiere vivir se envuelve en nubes como los antiguos dioses cuando se aparecían a los mortales. El instinto vital necesita de la ficción para afirmarse. La ciencia entonces, el instinto de crítica, el instinto de averiguación debe encontrar una verdad: la cantidad de mentira que es necesaria para la vida. ¿Se ríe usted?
Sí, me río, porque eso que tú expones con palabras del día, está dicho nada menos que en la Biblia.
¡Bah!
Sí, en el Génesis. Tú habrás leído que en el centro del paraíso había dos árboles, el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal. El árbol de la vida era inmenso, frondoso, y, según algunos santos padres, daba la inmortalidad. El árbol de la ciencia no se dice cómo era; probablemente sería mezquino y triste. ¿Y tú sabes lo que le dijo Dios a Adán?
No recuerdo, la verdad.
Pues al tenerle a Adán delante, le dijo: Puedes comer todos los frutos del jardín; pero cuidado con el fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal, porque el día que tú comas su fruto morirás de muerte. Y Dios, seguramente, añadió: Comed del árbol de la vida, sed bestias, sed cerdos, sed egoístas, revolcaos por el suelo alegremente; pero no comáis del árbol de la ciencia, porque ese fruto agrio os dará una tendencia a mejorar que os destruirá. ¿No es un consejo admirable?


ilustración de Garbi KW http://www.garbikw.com/  

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